Examinando las Escrituras diariamente 2020
Lunes 10 de agosto del 2020
Más que todo lo demás que ha de guardarse, salvaguarda tu corazón (Prov. 4:23).
Es imposible evitar todo contacto con las ideas del mundo porque no podemos salirnos de él (1 Cor. 5:9, 10). La misma predicación nos expone a escuchar creencias falsas. Ahora bien, cuando no podamos evitar exponernos a las ideas del mundo, lo que sí podremos hacer es dejar de recrearnos en ellas y despedirlas de la mente. Igual que Jesús, debemos rechazar de inmediato los pensamientos que Satanás quiere que tengamos. Es más, podemos protegernos del contacto innecesario con el modo de pensar del mundo. Por ejemplo, debemos tener cuidado al elegir a nuestros amigos. La Biblia nos advierte que, si nos juntamos con quienes no sirven a Jehová, acabaremos pensando como ellos (Prov. 13:20; 1 Cor. 15:12, 32, 33). También, al rechazar el entretenimiento que fomenta la evolución, la violencia o la inmoralidad, evitamos envenenar la mente con ideas que están en contra del “conocimiento de Dios” (2 Cor. 10:5). w18.11 21 párrs. 16, 17.
¿Por qué debemos tener cuidado con algunas ideas del mundo? y ¿Qué preguntas debemos hacernos, y por qué?
También debemos identificar y rechazar las ideas del mundo cuando se presentan de maneras más sutiles. Por ejemplo, una noticia puede estar redactada de forma que favorezca una determinada inclinación política. Un reportaje de interés humano que cuente la vida de una persona tal vez promueva las opiniones del mundo sobre las metas y los logros personales. En algunas películas y libros, se presenta como razonable y atractiva la idea de que nada es más importante que uno mismo o su familia. Pero este punto de vista pasa por alto que la Biblia enseña que la felicidad personal y familiar depende de que amemos a Jehová por encima de todo (Mat. 22:36-39). Y algunas historias para niños, aunque en principio no tengan nada de malo, quizás introduzcan con sutileza en la mente de los pequeños la semilla que los lleve a aceptar conductas inmorales.
Esto no significa que sea malo disfrutar de las diversiones sanas. Pero conviene que nos preguntemos: “¿Soy capaz de identificar las ideas del mundo aunque se presenten de forma sutil? ¿Pongo límites a lo que ven y leen mis hijos? ¿Me los pongo yo mismo? ¿Enseño a mis hijos lo que piensa Jehová a fin de contrarrestar las ideas del mundo?”. Si diferenciamos bien el modo de pensar de Jehová del que tiene el mundo, impediremos que “este sistema de cosas” nos moldee.
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