TEXTO DIARIO, De hoy Viernes 24 de enero 2025, Ellos serán una sola carne (Gén. 2:24).
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Viernes 24 de enero 2025
Ellos serán una sola carne (Gén. 2:24).
Abigaíl estaba casada con Nabal, un hombre que según la Biblia era áspero y hacía cosas malas (1 Sam. 25:3). Seguro que era difícil vivir con alguien así. Un día, a Abigaíl se le presentó la oportunidad de escaparse fácilmente de su matrimonio. Resulta que David, el futuro rey de Israel, quería matar a Nabal por haberlos insultado a él y a sus hombres (1 Sam. 25:9-13). Abigaíl pudo haber huido y dejado que David llevara a cabo su plan. Pero en vez de eso convenció a David de que le perdonara la vida a Nabal (1 Sam. 25:23-27). ¿Qué la motivó? Abigaíl amaba a Jehová, y para ella lo que él opinaba sobre el matrimonio era muy importante. Tenía muy claro que a los ojos de Dios el matrimonio es una unión sagrada. Sin duda, su deseo de agradar a Dios la motivó a salvar a su esposo y a todos los de su casa. Para evitar que David matara a Nabal, actuó rápidamente. w24.03 16 párrs. 9, 10.
¿Qué pudo motivar a Abigaíl a no rendirse pese a tener muchas dificultades en su matrimonio?
Abigaíl amaba a Jehová, y para ella lo que él opinaba sobre el matrimonio era muy importante. De seguro sabía lo que Jehová dijo cuando unió a Adán y a Eva en matrimonio (Gén. 2:24). Abigaíl tenía muy claro que a los ojos de Dios el matrimonio es una unión sagrada. Sin duda, su deseo de agradar a Dios la motivó a salvar a su esposo y a todos los de su casa. Para evitar que David matara a Nabal, actuó rápidamente y estuvo dispuesta a pedir disculpas por una ofensa que no había cometido. Seguramente Jehová amaba mucho a esta mujer tan valiente y sacrificada. ¿Qué pueden aprender de Abigaíl tanto las esposas como los esposos? Veamos.
¿Qué quiere Jehová que hagan quienes están casados? (Efesios 5:33). b) ¿Qué aprende del ejemplo de Carmen? (Vea también las imágenes).
La lección. Jehová desea que quienes están casados respeten el matrimonio, incluso si su esposo o su esposa tiene una personalidad difícil. Dios de seguro se siente muy contento cuando ve que los matrimonios se esfuerzan al máximo por solucionar los problemas y por tratarse con mucho amor y respeto (lea Efesios 5:33). Veamos el ejemplo de Carmen. Llevaba unos seis años casada cuando empezó a estudiar la Biblia con los Testigos y se bautizó. Ella cuenta: “A mi esposo no le gustó nada mi decisión. Se puso celoso de Jehová, me insultaba y me amenazaba con irse de la casa”. Aun así, Carmen no se rindió. Durante 50 años hizo todo lo que pudo por tratar a su esposo con amor y respeto. Añade: “Con los años aprendí a entender mejor a mi esposo y a hablarle con cariño. Sabía que el matrimonio es sagrado para Jehová. Así que hice todo cuanto pude por salvarlo. Mi amor por Jehová me ayudó a no rendirme nunca”. Si surgen dificultades en su matrimonio, puede estar seguro de que Jehová lo apoyará y lo ayudará a perseverar.
¿Cómo podríamos sentirnos si cometemos un pecado grave?
El problema. Tal vez nos veamos como un caso perdido si cometemos un pecado grave. La Biblia reconoce que nuestros pecados nos pueden dejar con “un corazón destrozado y aplastado” (Sal. 51:17). Eso fue lo que le pasó a Robert, un hermano que se había esforzado durante años para llegar a ser siervo ministerial. Cometió un pecado grave y supo que había traicionado a Jehová. Él dice: “Me sentí terriblemente culpable, como si me hubieran caído encima un millón de ladrillos. Después se me revolvió el estómago, empecé a llorar y le oré a Jehová. Recuerdo que pensé que Dios nunca me volvería a escuchar. A fin de cuentas, lo había decepcionado”. Si cometemos un pecado grave, quizás nuestro corazón destrozado nos haga creer que Jehová nos ha abandonado y que ya no vale la pena seguir sirviéndole (Sal. 38:4). ¿Se ha sentido así alguna vez? En ese caso, lo ayudará el ejemplo de un fiel siervo de Jehová que no se alejó de él a pesar de cometer un pecado grave.
¿Qué pecado grave cometió Pedro, y qué errores lo llevaron a ese punto?
El personaje bíblico. La noche antes de que ejecutaran a Jesús, el apóstol Pedro cometió una serie de errores que lo llevaron al momento más oscuro de su vida. En primer lugar, aseguró con exceso de confianza que se mantendría fiel incluso si los demás apóstoles abandonaban a Jesús (Mar. 14:27-29). Después, en el jardín de Getsemaní, se quedó dormido una y otra vez (Mar. 14:32, 37-41). Luego, cuando arrestaron a Jesús, lo abandonó (Mar. 14:50). Por último, Pedro negó conocerlo tres veces, incluso con un juramento (Mar. 14:66-71). ¿Cómo reaccionó cuando se dio cuenta de que había cometido un pecado grave? Aplastado por la culpa, se vino abajo y rompió a llorar (Mar. 14:72). ¿Se imagina cómo se sintió cuando unas horas después vio a su amigo Jesús en el madero? Seguro que sintió que era lo peor de lo peor.
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