TEXTO DIARIO, De hoy Domingo 4 de julio del 2021
Examinemos las Escrituras todos los días 2021
Domingo 4 de julio del 2021
Contra ti, contra ti solo, he pecado (Sal. 51:4).
El abuso de menores es un pecado contra Jehová. Cuando una persona peca contra otra, también peca contra Dios. Veamos un ejemplo tomado de la Ley que Jehová le dio a la nación de Israel. Esta decía que quien robaba o defraudaba a su prójimo se comportaba “infielmente para con Jehová” (Lev. 6:2-4). No cabe duda, entonces, de que una persona que forma parte de la congregación y abusa de un niño, arrebatándole su sentido de seguridad, le es infiel a Dios y ensucia gravemente su nombre. Por ese motivo, vemos el abuso como lo que es: un pecado detestable contra Dios que condenamos rotundamente. En las revistas La Atalaya y ¡Despertad! se han publicado artículos sobre cómo pueden hacer frente a las heridas emocionales las víctimas del abuso sexual, cómo pueden otros ayudarlas y animarlas, y de qué maneras pueden proteger los padres a sus hijos. A los ancianos también se les han dado instrucciones bíblicas detalladas sobre qué hacer cuando alguien comete este pecado. La organización revisa periódicamente los procedimientos que deben seguir los ancianos cuando se presentan estos casos. w19.05 9 párrs. 8, 9
Cuando los ancianos atienden un pecado grave, ¿Qué tienen presente, y de qué cosas se preocupan? b) Según Santiago 5:14, 15, ¿Qué tratan de hacer los ancianos?
Cuando alguien comete un pecado grave, los ancianos que atienden el asunto tienen presente que para seguir la ley del Cristo deben tratar al rebaño con amor y hacer lo que es justo y recto para Dios. Como consecuencia, hay varias cosas de las que se preocupan. Su interés principal es mantener la santidad del nombre de Dios (Lev. 22:31, 32; Mat. 6:9). También se interesan mucho en cuidar de la espiritualidad de los hermanos y en ayudar a quien ha sido víctima de un pecado.
Además, los ancianos tratan de ayudar a quien ha cometido un pecado grave a recuperar la salud espiritual, si es posible (lea Santiago 5:14, 15). El cristiano que cede a los malos deseos y comete un pecado grave está enfermo espiritualmente. Esto significa que se ha dañado su amistad con Jehová.* Los ancianos son como médicos espirituales que se esfuerzan por sanar al enfermo, en este caso el pecador. Sus consejos basados en la Biblia pueden ayudarlo a reparar su amistad con Dios. Pero esto solo es posible si está arrepentido de verdad (Hech. 3:19; 2 Cor. 2:5-10).
No hay duda de que los ancianos tienen una seria responsabilidad. Se interesan de verdad por las ovejas que Jehová les ha confiado (1 Ped. 5:1-3). Quieren que los hermanos se sientan seguros dentro de la congregación. Y por eso actúan de inmediato cuando se enteran de que se ha cometido un pecado grave, como el abuso de un menor. ¿Qué hacen? Analicemos las preguntas que aparecen al comienzo de los párrafos 13, 15 y 17.
¿Obedecen los ancianos las leyes sobre denunciar los supuestos abusos de menores? Explique.
¿Obedecen los ancianos las leyes sobre denunciar a las autoridades los supuestos abusos de menores? Sí. En los lugares donde existen tales leyes, los ancianos las obedecen (Rom. 13:1). Estas normas no están en contra de la ley de Dios (Hech. 5:28, 29). Por lo tanto, cuando llega a oídos de los ancianos una acusación de este tipo, de inmediato piden asesoramiento a la sucursal sobre cómo proceder a fin de garantizar el cumplimiento de las leyes de denuncia de abusos de menores.
Los ancianos les confirman a las víctimas, a sus padres y a cualquier otro que conozca el caso que son libres de denunciar ante las autoridades el supuesto abuso. Ahora bien, ¿y si el acusado forma parte de la congregación y el asunto se hace público? ¿Debería pensar el cristiano que presentó la denuncia que ha manchado el nombre de Dios? No. El que lo ha manchado es quien cometió el abuso.
Todos los Derechos Reservados Copyright © 2020 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania JW.ORG.