TEXTO DIARIO, De hoy Martes 29 de diciembre 2020
Examinando las Escrituras diariamente 2020
Martes 29 de diciembre 2020
¡Ay, hija mía! Realmente has hecho que me doble, y tú misma has llegado a ser la que yo estuve obligando a extrañamiento (Juec. 11:35).
Jefté cumplió su palabra y envió a su hija a Siló para que sirviera en el tabernáculo el resto de su vida (Juec. 11:30-35). Aquello fue difícil para Jefté, pero debió de ser todavía más difícil para su hija. Aun así, ella estuvo dispuesta a hacer lo que su padre había decidido (Juec. 11:36, 37). Renunció a su derecho a casarse, a tener hijos y a conservar el nombre y la herencia familiar. Sin duda, necesitaba mucho consuelo y ánimo. La Biblia dice: “Vino a ser disposición reglamentaria en Israel: De año en año las hijas de Israel iban a dar encomio a la hija de Jefté el galaadita, cuatro días en el año” (Juec. 11:39, 40). En la actualidad, los cristianos que están solteros y se concentran en “las cosas del Señor” merecen también que se les felicite y anime (1 Cor. 7:32-35). w18.04 17 párrs. 10, 11.
EL EJEMPLO DE LOS APÓSTOLES
¿Cómo fortaleció Pedro a sus hermanos?
La noche antes de morir, Jesús le dijo al apóstol Pedro: “Simón, Simón, ¡mira! Satanás ha demandado tenerlos para zarandearlos como a trigo. Mas yo he hecho ruego a favor de ti para que tu fe no desfallezca; y tú, una vez que hayas vuelto, fortalece a tus hermanos” (Luc. 22:31, 32).
Pedro llegó a ser una columna de la congregación cristiana del siglo primero (Gál. 2:9). El valor que demostró en Pentecostés y en ocasiones posteriores les sirvió de ánimo a sus hermanos. Hacia el final de su larga vida de servicio a Dios, les escribió y les dijo: “Les he escrito en pocas palabras, para dar estímulo y un testimonio sincero de que esta es la verdadera bondad inmerecida de Dios; en la cual, estén firmes” (1 Ped. 5:12). Las cartas de Pedro han sido una fuente de estímulo para los cristianos a lo largo de los siglos. Y hoy día seguimos necesitando ese ánimo mientras esperamos que se cumplan las promesas de Jehová (2 Ped. 3:13).
¿Por qué han animado durante siglos a los cristianos los libros bíblicos que escribió el apóstol Juan?
Otra columna de la congregación cristiana del siglo primero fue el apóstol Juan. Su fascinante relato del ministerio de Jesús ha animado a los cristianos a lo largo de los siglos y nos sigue animando hoy día. Por ejemplo, su evangelio es el único donde se registra que Jesús dijo que el amor identifica a sus verdaderos discípulos (lea Juan 13:34, 35).
Sus tres cartas contienen muchas otras enseñanzas valiosas. Por ejemplo, cuando nos sentimos hundidos por nuestros errores, ¿verdad que nos alivia leer que la sangre de Jesús “nos limpia de todo pecado”? (1 Juan 1:7). Y, si nuestro corazón no deja de condenarnos, ¿verdad que nos conmovemos al leer que “Dios es mayor que nuestro corazón”? (1 Juan 3:20). Juan fue el único que escribió que “Dios es amor” (1 Juan 4:8, 16). Y, en su segunda y tercera cartas, felicita a los cristianos que siguen “andando en la verdad” (2 Juan 4; 3 Juan 3, 4).
¿Cómo animó el apóstol Pablo a los primeros cristianos?
El apóstol que más hizo para animar a sus hermanos tal vez fue Pablo. Al parecer, en los inicios del cristianismo, la mayoría de los apóstoles permanecieron en Jerusalén, donde estaba el cuerpo gobernante (Hech. 8:14; 15:2). Los cristianos de Judea les hablaban de Cristo a personas que, debido a la influencia del judaísmo, creían en un solo Dios. En cambio, el espíritu santo envió al apóstol Pablo a predicar a los habitantes del mundo grecorromano, quienes adoraban a muchos dioses (Gál. 2:7-9; 1 Tim. 2:7).
Pablo viajó a lo largo y ancho de lo que hoy es Turquía, así como por Grecia e Italia, y formó congregaciones entre los no judíos. Aquellos nuevos cristianos necesitaban mucho ánimo porque los perseguían “sus propios compatriotas” (1 Tes. 2:14). En la carta que le escribió hacia el año 50 a la joven congregación de Tesalónica, Pablo les dijo a sus hermanos: “Siempre damos gracias a Dios cuando hacemos mención respecto a todos ustedes en nuestras oraciones, porque incesantemente tenemos presentes su fiel obra y su amorosa labor y su aguante” (1 Tes. 1:2, 3). Además, les dio este mandato: “Sigan consolándose unos a otros y edificándose unos a otros” (1 Tes. 5:11).
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