TEXTO DIARIO, De hoy Miércoles 11 de septiembre 2024, Ustedes son mis testigos —afirma Jehová—, sí, mi siervo, a quien he elegido (Is. 43:10).

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Miércoles 11 de septiembre 2024

Ustedes son mis testigos —afirma Jehová—, sí, mi siervo, a quien he elegido (Is. 43:10).

Jehová nos confirma su apoyo. Por ejemplo, justo antes de decir: “Ustedes son mis testigos”, él declaró: “Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo y, al atravesar los ríos, estos no te cubrirán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás y las llamas no te chamuscarán” (Is. 43:2). A veces, cuando predicamos, encontramos obstáculos que son como ríos y enfrentamos pruebas que son como fuego. Pero, con la ayuda de Jehová, seguimos predicando (Is. 41:13). La mayoría de la gente rechaza el mensaje. Tenemos presente que este rechazo no quiere decir que seamos malos testigos de Dios. Nos consuela y anima saber que Jehová está contento si seguimos declarando el mensaje fielmente. El apóstol Pablo dijo: “Cada persona recibirá su recompensa según su trabajo” (1 Cor. 3:8; 4:1, 2). w22.11 4 párrs. 5, 6.

¿Cómo debía sentirse Ezequiel cada vez que se ponía a pensar en la visión que recibió? (Vea el dibujo de la portada).

Ezequiel vio cuánto poder tiene el espíritu santo de Dios. En una visión vio cómo ese espíritu actuaba en poderosos seres espirituales y en las enormes ruedas de un carro celestial (Ezeq. 1:20, 21). Él mismo nos cuenta su reacción: “Cuando lo vi, caí rostro a tierra”. Estaba tan impresionado que cayó al suelo (Ezeq. 1:28). Probablemente, cada vez que se ponía a pensar en esa impactante visión, se convencía más de que podría cumplir su ministerio con la ayuda del espíritu de Dios.

¿Qué orden le dio Jehová a Ezequiel? y ¿Qué más hizo Jehová para fortalecer a Ezequiel?

Jehová le ordenó a Ezequiel: “Hijo del hombre, ponte de pie para que hable contigo”. Esa orden y el espíritu de Dios le dieron la fortaleza que necesitaba para levantarse. Él escribió: “El espíritu entró en mí y me hizo ponerme de pie” (Ezeq. 2:1, 2). Posteriormente y a lo largo de su ministerio, “la mano de Jehová” —es decir, su espíritu santo— lo guio (Ezeq. 3:22; 8:1; 33:22; 37:1; 40:1). Ese espíritu le dio a Ezequiel las fuerzas que necesitaba para cumplir con la misión de predicar a los judíos “de cabeza dura y tercos de corazón” de su territorio (Ezeq. 3:7). Jehová le dijo: “He hecho tu rostro tan duro como sus rostros y tu frente tan dura como sus frentes. He hecho tu frente como un diamante, más dura que el pedernal. No les tengas miedo, y que sus rostros no te aterroricen” (Ezeq. 3:8, 9). Es como si Jehová le hubiera dicho: “No dejes que su terquedad te desanime. Yo haré que seas fuerte”.

A partir de entonces, el espíritu de Dios llevó a Ezequiel por el territorio donde tenía que predicar. Él escribió: “La mano de Jehová era fuerte sobre mí”. Al profeta le tomó una semana asimilar e interiorizar el mensaje que tenía que anunciar (Ezeq. 3:14, 15). Luego, Jehová le dijo que fuera a una llanura, donde el espíritu entró en él (Ezeq. 3:23, 24). Ezequiel ya estaba listo para empezar a predicar.

¿Qué ayuda necesitamos para cumplir nuestro ministerio, y por qué?

¿Qué ayuda necesitamos para cumplir nuestro ministerio? Para responder esta pregunta, pensemos en Ezequiel. Antes de empezar a predicar, el espíritu santo le dio las fuerzas que necesitaba. Como Ezequiel, nosotros no podríamos predicar si no fuera por la ayuda del espíritu santo. ¿Por qué decimos esto? Porque Satanás lucha contra nosotros para detener la predicación (Apoc. 12:17). Desde un punto de vista humano, podría parecer que Satanás es un rival demasiado poderoso para nosotros. Pero con nuestra predicación lo estamos venciendo (Apoc. 12:9-11). Cuando participamos en el ministerio, demostramos que sus amenazas no nos asustan. Cada vez que predicamos es una derrota para Satanás. Así que el hecho de que podamos predicar a pesar de la oposición demuestra que el espíritu santo nos está dando fuerzas y que tenemos la aprobación de Jehová (Mat. 5:10-12; 1 Ped. 4:14).

¿Cómo nos ayudará el espíritu santo, y qué debemos hacer para seguir recibiéndolo?

El hecho de que Jehová endureciera el rostro y la frente de Ezequiel nos garantiza algo más: que el espíritu santo nos puede ayudar a superar cualquier obstáculo que se presente en nuestro ministerio (2 Cor. 4:7-9). Entonces, ¿qué debemos hacer para seguir recibiendo el espíritu de Dios? Pedirlo en oración con insistencia, con la seguridad de que Jehová nos escuchará. Jesús les dijo a sus discípulos: “sigan pidiendo”, “sigan buscando” y “sigan tocando a la puerta”. ¿Cuál será la respuesta de Jehová? Que “les dará espíritu santo a quienes se lo piden” (Luc. 11:9, 13; Hech. 1:14; 2:4).

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Por toolsjw

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