TESOROS DE LA BIBLIA: “Yo soy […] tu herencia”, Discurso, 5-11 Abril 2021.
“Yo soy […] tu herencia” (10 mins.)
La palabra herencia se refiere al derecho que tenemos de posesión sobre cierta cosa, es por ley o por testamento, y tras la muerte de cierta persona estos derechos se traslada a nosotros. Pueden ser un conjunto de bienes, derechos o incluso obligaciones, lo que podemos heredar. En un determinado momento de la vida, de esta terrible vida que tenemos de imperfección y muerte. Llegará un momento en el que tendremos que arreglar una serie de papeles sobre nuestras herencias o nuestra familia. Que además suelen ser objeto de división familiar.
¿Por qué puede ser una causa de división de familias? Porque dependiendo de la relación que haya entre ellos o de sus situaciones personales socioeconómicas puede haber conflicto. Al final, el materialismo de este sistema nos lleva a mirar por nuestros intereses personales y pueden chocar con los intereses del resto de integrantes de la unidad familiar. Los israelitas heredaron una tierra, cada tribu de ellos menos la tribu de Leví. La Tierra Prometida, tan ansiada, fértil y abundante en recursos que muchas tribus rivales estaban celosos por ella y convirtió siempre al pueblo israelita en un objetivo de odio.
Esto lo sabemos por todos los enemigos que tenían y que estaban rodeados de ellos. Hoy ocurre algo así con las herencias, causan divisiones porque queremos posesiones o dinero o incluso también derechos sobre tierras como en la época israelita. No obstante, sabemos que esta es una causa por la que se nos diferencia del mundo. Al igual que diferenció a la tribu de Leví. Nuestra herencia es de otro tipo, no de tipo material en forma de conjunto de bienes o dinero que nos haga vivir mejor. Sí es en forma de tierra, pero no de una tierra contaminada como la actual.
Ni es una herencia o derecho que se traspase con la muerte de un familiar. Es una herencia que podemos optar a ella por el gran sacrificio de Jesús. Es una herencia que no disfrutaremos de su uso o derecho por la muerte de un familiar sino que disfrutaremos junto a nuestros seres queridos de una tierra limpia y eterna. ¿Qué implica esto para los cristianos actuales que tienen la esperanza en una herencia mejor que las que ofrece este sistema?
Implica lo mismo que tenían que hacer los levitas en la antigüedad y que vamos a leer en Números 18:6,7. Allí dice: “Yo mismo he escogido de entre los israelitas a sus hermanos, los levitas, para regalárselos a ustedes. Ellos le son entregados a Jehová para que se encarguen del servicio de la tienda de reunión. Tú y tus hijos son responsables de los deberes sacerdotales relacionados con el altar y lo que está detrás de la cortina; ustedes tienen que realizar ese servicio. A ustedes les he regalado el servicio del sacerdocio. Cualquier persona sin autorización que se acerque debe morir”.
Jehová mismo nos ha apartado del mundo para ser su pueblo en la actualidad. Un pueblo fiel y leal al que le ha encargado su servicio, su obra, su voluntad. Tal como hacían los levitas, sus familias, sus hijos… hacemos nosotros hoy y damos nuestras vidas al servicio de la tienda, de la casa de Jehová. Esto lo hacemos por nuestra dedicación al servicio de Jehová en todas las facetas de su obra en las que podemos contribuir y colaborar con ello.
Nuestros esfuerzos se centran en realizar la voluntad de Dios, no en conseguir posesiones materiales que nos hagan vivir mucho mejor en una vida que se termina, y se termina pronto. No queremos transmitir a nuestros hijos un montón de bienes materiales o incluso deudas, queremos transmitir vida eterna junto a nosotros en un paraíso. Esta es nuestra maravillosa herencia. Y esto es lo que buscamos día tras día, manteniéndonos fiel por medio de una adoración pura a Jehová en todos los sentidos, actos, acciones, palabras, comportamiento… de nuestra vida.
La tribu de Leví no recibió ninguna tierra en herencia como al resto de las doce tribus. Porque como ocurre con nosotros hoy día, su herencia es Jehová. ¿Y qué mayor herencia podría haber? Ninguna. Lo sabemos y por eso hacemos nuestra esta misma herencia. Leamos Números 18:20, allí podemos notar este mismo aspecto donde se les dice a los levitas cuál es su porción, y que es la más importante y que mayor privilegio conlleva. Dice: «Jehová siguió diciéndole a Aarón: “No tendrás ninguna herencia en la tierra de ellos ni tendrás ninguna porción de tierra entre ellos. Yo soy tu porción y tu herencia en medio de los israelitas.”
¿Qué mayor privilegio podrían tener los levitas que tener a Jehová como herencia? ¿Qué mayor privilegio tenemos nosotros hoy día de tenerlo a él?. Ahora bien, tal como ocurre hoy día, los levitas tuvieron que dedicar sus vidas a la tienda de reunión de Dios. Y para ello necesitaban una serie de recursos, y no solo para hacer su voluntad sino para sus propias vidas. Jehová es consciente de ello, es nuestro creador, nuestro padre celestial.
Tenerlo en herencia a él, como una porción entre los israelitas, no solo implica el mayor privilegio posible. Sino que Dios cumple con lo que dice, y siempre estuvo con ellos protegiéndoles y ayudándoles en todo lo que necesitaban. Así lo podemos leer en el versículo 24 del mismo capítulo 18 de Números que acabamos de leer. Notemos:“Porque les he dado como herencia a los levitas la décima parte que el pueblo de Israel le dé a Jehová como contribución. Por eso les he dicho: ‘Ellos no tendrán una herencia en medio de los israelitas’”.
Por tanto, notamos que los levitas tenían a Jehová como herencia, con las bendiciones que conlleva como la protección y cuidado que les daba. Una forma en la que se muestra este cuidado es con esta contribución que les daba Dios. De la cual, una pequeña parte de ella iría de vuelta a él, que fue quien se la ha dado. Veámoslo también en Números 18:21, 26 y 27: “Mira, les he dado como herencia a los hijos de Leví todas las décimas partes en Israel a cambio del servicio que realizan, el servicio de la tienda de reunión.” “Debes decirles a los levitas: ‘Ustedes recibirán de los israelitas la décima parte que les he dado a ustedes como su herencia, y de esa décima parte tienen que darle a Jehová una décima parte como contribución. Eso se considerará su contribución, como si fuera el grano de la era o toda la producción del lagar de vino o de aceite.”
Los levitas tenían a Jehová, estaban felices y con gran privilegio de haber sido escogidos entre los israelitas para servirle adoración. Jehová le proporcionaba los medios necesarios para que pudieran hacerlo. Y los levitas reconocían que todo lo que tenían era gracias a él y daban una parte de ello de vuelta a Jehová. ¿Somos capaces de ponernos en la piel de los levitas? Claro que sí. No tenemos templos como en la antigüedad ni adoramos a Dios como ellos lo hacían o en una tienda de reunión en medio del desierto. Pero si debemos imitar este servicio que hacían los levitas y sacerdotes y confiar en Jehová, porque es nuestra herencia y nos dará todo lo que necesitemos.
A Jehová no le gusta la pobreza y no quiere ver a sus siervos pasando por dificultades. Es por ello, que por un medio u otro, nos provee de todo lo necesario para que hagamos su voluntad. La cual realizamos en nuestra vida en todas sus facetas y en nuestros lugares de reunión. Jehová hace posible todo eso, y nos aporta todo lo necesario materialmente.
Somos conscientes de que todo lo que tenemos es gracias a él, que lo hemos tomado como herencia, nos ha escogido como a los levitas entre los israelitas, a nosotros entre el mundo, y nos cuida y protege. Con el debido alimento espiritual y material. Reconocemos que todo lo que tenemos es gracias a él y por eso, una parte de ello va a su servicio y obra para siga siendo posible y se efectúe según su voluntad. A los levitas les proporcionó la décima parte de Israel como herencia material por su servicio. A nosotros también nos ayuda como vemos en la imagen. Unas veces será de una forma y otras ocasiones por otro medio, pero sus siervos siempre tendrán lo que necesiten. Los levitas no estaban condenados a ser pobres por el servicio que ofrecían.
Todo lo contrario, no tendrían las riquezas materiales de otros israelitas, pero… ¿qué es eso en comparación con las riquezas espirituales? Esas riquezas materiales es simplemente una herencia que se transmite con la muerte y no con la vida como esperamos con la resurrección por tener como herencia a Jehová. Hasta que esta promesa se cumpla, que puede ser ya o en poco tiempo, no somos pobres, los levitas no lo fueron, nosotros tampoco lo seremos, porque como herencia a Dios, nos cuida. No seremos ricos como muchas personas ni buscamos esas riquezas, pero ellos no tienen la herencia que tenemos nosotros.
Y nuestras necesidades económicas siempre estarán cubiertas, de un modo u otro, por nuestra fe en el servicio que prestamos a Jehová. Como vemos en el esfuerzo consciente que hace la hermana ante la necesidad que está pasando una familia cristiana que nunca ha perdido la fe y confianza en que Jehová provee lo necesario al debido tiempo.¿Podemos imaginar las sensaciones y sentimientos de esa madre y su hija al ver cómo la mano de Jehová está sobre ellas y las protege? No hay mayor muestra de amor en el mundo como la que da el pueblo de Dios por tener como herencia a Jehová.
Jehová les prometió a los levitas y a los sacerdotes que cuidaría de ellos. Jehová nos promete que también nos cuidará a nosotros si nuestra fe y confianza a su servicio es plena y hacemos los sacrificios oportunos. Poniendo en primer lugar a su Reino, a su voluntad, a nuestra herencia espiritual y no material.