Examinando las Escrituras diariamente 2020
Lunes 26 de octubre del 2020
La buena voluntad de mi corazón y mi ruego a Dios por ellos son, en realidad, para su salvación (Rom. 10:1).
¿Cómo podemos seguir el ejemplo de Pablo? Primero, tratemos de conservar en el corazón el deseo de encontrar a quienes están “correctamente dispuestos para vida eterna”. Segundo, roguémosle a Jehová que abra el corazón de las personas sinceras (Hech. 13:48; 16:14). Silvana, que es precursora desde hace casi treinta años, dice: “Antes de llamar a las puertas, le pido a Jehová que me ayude a ser positiva”. Supliquemos también a Dios que los ángeles nos conduzcan hasta quienes tienen un buen corazón (Mat. 10:11-13; Rev. 14:6). Un hermano llamado Robert, que lleva más de treinta años de precursor, dice: “Es emocionante colaborar con los ángeles, que saben lo que ocurre en la vida de las personas”. Y, tercero, procuremos ver lo bueno en la gente. Un anciano llamado Carl indica: “Busco cualquier pequeño detalle que revele que la persona tiene un buen corazón, como una sonrisa, una mirada amable o una pregunta sincera”. Si hacemos estas cosas, seguiremos produciendo fruto, igual que Pablo. w18.05 15 párr. 13; 16 párr. 15.
“NO DEJES DESCANSAR LA MANO”
¿Qué lección podemos aprender de lo que dice Eclesiastés 11:6? Dé un ejemplo del efecto que puede tener nuestra obra en quienes nos observan.
Aunque a veces nos parezca que el mensaje que predicamos no echa raíces en el corazón de la gente, no debemos quitarle importancia al efecto que tiene nuestra obra de sembrar la semilla (lea Eclesiastés 11:6). Es verdad que muchas personas no nos escuchan, pero sí se fijan en nosotros. Ven que vamos bien vestidos, que somos educados y que siempre llevamos una sonrisa en la cara. Es posible que con el tiempo nuestra conducta haga que algunos se replanteen la mala opinión que tienen sobre nosotros. Eso fue lo que notaron Sergio y Olinda, mencionados en el primer párrafo.
Él cuenta: “No fuimos a la plaza durante cierto tiempo porque estuvimos enfermos. Cuando regresamos, las personas nos preguntaban qué nos había pasado y nos decían que nos habían extrañado”. Y Olinda añade con una sonrisa: “Los conductores de autobús nos saludaban y algunos nos decían desde su asiento: ‘Buen trabajo’. Hasta nos pedían las revistas”. Un día, este matrimonio se llevó una sorpresa. Un hombre se detuvo junto a su carrito, les regaló un ramo de flores y les dio las gracias por su labor.
¿Por qué está usted resuelto a dar “fruto con aguante”?
La Biblia dice: “No dejes descansar la mano”. Así es, mientras sigamos sembrando la semilla del Reino, aportaremos nuestro valioso granito de arena a la obra de dar “testimonio a todas las naciones” (Mat. 24:14). Sobre todo, sentiremos la gran alegría de saber que tenemos la aprobación de Jehová, pues él ama a todos los que “llevan fruto con aguante”.
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