Examinemos las Escrituras todos los días 2021
Lunes 4 de enero del 2021
Los hombres inicuos e impostores avanzarán de mal en peor (2 Tim. 3:13).
Es lamentable que los hombres hagan lo que complace al Diablo. Pero Jehová conoce muy bien su manera de actuar. Por eso, está al tanto del dolor que sentimos y puede darnos el consuelo que necesitamos. Cuánto nos alegra servir al “Dios de todo consuelo, que nos consuela en toda nuestra tribulación, para que nosotros podamos consolar a los que se hallan en cualquier clase de tribulación mediante el consuelo con que nosotros mismos estamos siendo consolados por Dios” (2 Cor. 1:3, 4). Es posible que tengan una necesidad especial de consuelo las personas cuyos padres no hicieron nada para protegerlas de los abusos o las que sufrieron abusos de quienes eran cercanos a ellas. El rey David sabía que Jehová es quien mejor puede consolarnos (Sal. 27:10). Tenía fe en que Dios se hace cargo con cariño de quienes han sido rechazados por aquellos a quienes aman. ¿Cómo lo hace? Mediante sus siervos fieles. Los hermanos de la congregación son nuestra familia. Por ejemplo, Jesús dijo que los que adoraban a Dios con él eran sus hermanos, hermanas y madre (Mat. 12:48-50). w19.05 15, 16 párrs. 8, 9.
QUÉ PODEMOS HACER PARA DAR CONSUELO
Según 1 Reyes 19:5-8, ¿qué hizo el ángel de Jehová por Elías? y ¿Cómo podemos copiar el ejemplo del ángel?
Demos ayuda práctica. Cuando el profeta Elías tuvo que salir huyendo porque su vida corría peligro, se desanimó tanto que deseó morir. Entonces, Jehová envió a un ángel poderoso para que lo animara. Este le dio al profeta comida caliente y le dijo que comiera (lea 1 Reyes 19:5-8). Este relato nos enseña una importante lección: en ocasiones, un sencillo gesto bondadoso puede ayudar mucho a un hermano que sufre. Darle una comida, un pequeño regalo o una nota sincera le asegurará que lo queremos y nos interesamos por él. Podemos hacer este tipo de cosas si nos sentimos incómodos hablando de asuntos muy personales o dolorosos.
¿Qué implica saber escuchar?
Sepamos escuchar. La Biblia nos da este claro consejo: “Todo hombre tiene que ser presto en cuanto a oír, lento en cuanto a hablar” (Sant. 1:19). ¿Sabemos escuchar? Podríamos pensar que para escuchar solo hay que estar quietos, mirar a quien nos habla y no decir nada. Pero saber escuchar implica más. Veamos lo que hizo Jehová con Elías. Cuando este por fin se desahogó y le contó todo lo que lo angustiaba, Dios lo escuchó con atención. Se dio cuenta de que su profeta tenía miedo, se sentía solo y pensaba que todo lo que había hecho no servía de nada. Con cariño, Jehová atendió cada una de sus preocupaciones. Así demostró que había estado atento a sus palabras (1 Rey. 19:9-11, 15-18).
Mientras escuchamos a quien sufrió abusos, ¿cómo podemos demostrarle nuestro amor y compasión? A veces, una frase bien pensada puede hacerle ver lo que sentimos. Podríamos decirle: “Cuánto lamento lo que te ocurrió. Nadie debería hacerle eso a un niño”. Y, para asegurarnos de que comprendemos bien lo que nos está contando, quizás podríamos pedirle que nos ayude a entender mejor sus palabras o decirle: “Cuando contaste esto, entendí que…, ¿es así?”. Este tipo de comentarios le demostrará que lo estamos escuchando con atención y cariño, y que tratamos de comprenderlo (1 Cor. 13:4, 7).
¿Por qué debemos ser pacientes y lentos para hablar?
Ahora bien, tengamos la precaución de ser lentos para hablar. No interrumpamos a la persona para darle consejos o corregirla. Y seamos pacientes. Cuando Elías por fin se desahogó con Jehová, expresó su angustia con mucha franqueza. Y, después que Jehová le fortaleció la fe, Elías volvió a decirle exactamente lo mismo (1 Rey. 19:9, 10, 13, 14). De esto aprendemos que algunas personas con dolor emocional necesitan contar lo que sienten más de una vez. En esos casos, debemos escucharlas con paciencia, igual que Jehová. No tratemos de ofrecer soluciones, sino mostremos compasión y cariño (1 Ped. 3:8).
¿Qué clase de oraciones pueden consolar a los que sufren, y por qué?
Oremos desde el corazón con los que sufren. La persona deprimida tal vez sea incapaz de orar. Puede que no se sienta digna de dirigirse a Jehová. Si deseamos ayudarla, oremos con ella utilizando su nombre. Digámosle a Jehová lo mucho que la queremos, tanto nosotros como la congregación. Y roguémosle que calme el dolor de su valiosa ovejita. Este tipo de oraciones pueden ser una fuente de mucho consuelo (Sant. 5:16).
¿Qué nos ayudará a prepararnos para consolar a otra persona?
Escojamos palabras que sanen y consuelen. Pensemos antes de hablar. Las palabras irreflexivas hieren, pero las amables curan las heridas (Prov. 12:18). Así pues, pidámosle a Jehová que nos ayude a encontrar palabras cariñosas que tranquilicen y sanen a quien se siente herido. Recordemos que las palabras con mayor poder son las que se encuentran en la Biblia, pues provienen de Jehová (Heb. 4:12).
A causa de las malas experiencias sufridas, ¿de qué pueden estar convencidas algunas víctimas, y qué deseamos recordarles?
A causa de los abusos sufridos en el pasado, algunos tal vez estén convencidos de que son indignos y sucios, y de que nadie los quiere. Es más, tal vez crean que no merecen el cariño de nadie. Esta es una mentira espantosa. Por tanto, utilicemos la Biblia para recordarles que son muy valiosos para Jehová (vea el recuadro “Textos bíblicos que consuelan”). Recordemos que, cuando el profeta Daniel se sintió sin fuerzas y deprimido, Dios envió a un ángel para fortalecerlo porque deseaba que supiera que era valioso y querido (Dan. 10:2, 11, 19). Del mismo modo, Jehová considera valiosos a nuestros hermanos afligidos.
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