Examinando las Escrituras diariamente 2020
Viernes 30 de octubre del 2020
¿Qué tengo que hacer para salvarme? (Hech. 16:30).
Fijémonos en que el carcelero de este relato bíblico cambió de actitud y pidió ayuda después del terremoto (Hech. 16:25-34). Del mismo modo, puede que algunas personas que en el pasado no escucharon el mensaje de la Biblia cambien y pidan ayuda después de sufrir una sacudida en su vida. Quizás hayan perdido de repente su empleo, se les diagnostique una enfermedad grave o se les muera un ser querido. Puede que por primera vez se hagan preguntas sobre el sentido de la vida. Quizás hasta pregunten lo mismo que el carcelero: “¿Qué tengo que hacer para salvarme?”. Cuando las encontramos en la predicación, es posible que por primera vez deseen escuchar el mensaje de esperanza que llevamos. Así pues, si seguimos predicando fielmente, podremos dar consuelo a las personas cuando estén dispuestas a aceptarlo (Is. 61:1). w18.05 19, 20 párrs. 10-12.
REGALOS DE JEHOVÁ QUE NOS AYUDAN A AGUANTAR
¿De qué regalo habla Juan 15:11?, ¿Cómo podemos tener el gozo que tiene Jesús? y ¿Cómo influye el gozo en nuestro ministerio?
Durante aquella última noche de Jesús en la Tierra, él también les mencionó a los apóstoles varios regalos de Jehová que los ayudarían a seguir dando fruto. ¿Cuáles son? Y ¿cómo nos benefician?. El gozo. ¿Será una carga para nosotros obedecer el mandato de Jesús de predicar? Al contrario. Después de hablar de la vid, Jesús nos aseguró que tendremos el mismo gozo que él si predicamos el Reino (lea Juan 15:11). ¿Por qué? Como ya vimos, él se comparó a una vid y dijo que sus discípulos eran las ramas. Las ramas reciben el agua y los nutrientes de la planta mientras forman parte de ella. De igual modo, nosotros sentiremos el mismo gozo que Jesús siente al hacer la voluntad de su Padre siempre y cuando nos mantengamos unidos a él y sigamos sus pasos con atención (Juan 4:34; 17:13; 1 Ped. 2:21). Hanne, que lleva sirviendo de precursora más de cuarenta años, dice: “El gozo que siempre siento después de salir al ministerio me anima a seguir sirviendo a Jehová”. Así es, este profundo gozo nos da la fuerza para seguir predicando, incluso en territorios difíciles (Mat. 5:10-12).
¿De qué regalo habla Juan 14:27? y ¿Cómo nos ayuda la paz a seguir dando fruto?
La paz (lea Juan 14:27). Esa misma noche, Jesús les había dicho a los apóstoles: “Mi paz les doy”. ¿Cómo nos ayuda su paz a dar fruto? Cuando aguantamos en la predicación, sabemos que contamos con la aprobación de Jehová y Jesús. Y eso nos da un sentimiento permanente de paz (Sal. 149:4; Rom. 5:3, 4; Col. 3:15). Un hermano llamado Ulf, que ha estado en el servicio de tiempo completo durante cuarenta y cinco años, dice: “Me quedo agotado después de predicar, pero esta obra hace que me sienta satisfecho y le da verdadero sentido a mi vida”. Sin duda, agradecemos mucho disfrutar de esta paz permanente.
¿De qué regalo habla Juan 15:15? y ¿Qué tenían que hacer los apóstoles para seguir siendo amigos de Jesús?
La amistad de Jesús. Después de decirles a los apóstoles que deseaba que su gozo se hiciera pleno, Jesús les explicó la importancia del amor altruista (Juan 15:11-13). Luego, les dijo: “Los he llamado amigos”. ¡Qué regalo tan especial! ¿Y qué tenían que hacer los apóstoles para continuar disfrutando de la amistad de Jesús? Seguir produciendo fruto (lea Juan 15:14-16). Unos dos años antes, Jesús les había mandado anunciar: “El reino de los cielos se ha acercado” (Mat. 10:7). Así que, en su última noche en la Tierra, los animó a aguantar y continuar haciendo esa obra (Mat. 24:13; Mar. 3:14). Obedecer ese mandato era difícil, pero podían lograrlo y así seguir siendo amigos de Jesús. Y aún había otro regalo de parte de Jehová que los ayudaría.
¿De qué regalo habla Juan 15:16?, ¿Cómo ayudaría ese regalo a los discípulos de Jesús? y ¿Qué regalos de Jehová nos dan fuerzas hoy?
La respuesta a nuestras oraciones. Jesús les dijo a los apóstoles que, siempre que pidieran algo en su nombre, Jehová se lo daría (Juan 15:16). Esta promesa debió fortalecerlos mucho.* Es verdad que Jesús iba a morir pronto, algo que ellos aún no comprendían bien. Pero no dejarían de recibir ayuda. Cuando le pidieran a Jehová que los ayudara a predicar el mensaje del Reino, él contestaría sus ruegos. De hecho, poco tiempo después, vieron cómo les respondía (Hech. 4:29, 31).
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