Examinando las Escrituras diariamente 2020
Jueves 6 de agosto del 2020
El amor edifica (1 Cor. 8:1).
Un medio que usa Jehová para fortalecernos con amor es la congregación. Cuando amamos a los hermanos, demostramos que amamos a Dios. Hacemos todo lo posible por ayudarlos a ver que son valiosos para Jehová y que él los ama (1 Juan 4:19-21). El apóstol Pablo dijo a los cristianos: “Sigan consolándose unos a otros y edificándose unos a otros, así como de hecho lo están haciendo” (1 Tes. 5:11). En efecto, todos nosotros, no solo los ancianos, podemos consolar y animar a los hermanos igual que hacen Jehová y Jesús (Rom. 15:1, 2). Algunos hermanos con trastornos emocionales quizá necesiten ayuda profesional y medicación (Luc. 5:31). Tanto los ancianos como otros cristianos reconocen con modestia que no son profesionales de la salud mental. Sin embargo, saben que es fundamental obedecer este mandato: “Hablen confortadoramente a las almas abatidas [es decir, a los deprimidos], den su apoyo a los débiles, tengan gran paciencia para con todos” (1 Tes. 5:14). w18.09 14, 15 párrs. 10, 11.
Qué es esencial para fortalecer a los hermanos?
Sepamos escuchar (Sant. 1:19). Escuchar con empatía es una muestra de amor. ¿Cómo fortalecemos a quien está desanimado? Tratemos de pensar en cómo nos sentiríamos en su lugar y hagámosle preguntas con tacto a fin de comprender lo que siente. Las expresiones de nuestro rostro deben reflejar interés sincero y cariñoso. Si el hermano siente la necesidad de explicarnos con lujo de detalles lo que le pasa, seamos pacientes y no lo interrumpamos. Es más probable que comprendamos sus sentimientos si lo escuchamos con paciencia. Por otro lado, él confiará más en nosotros y estará más dispuesto a escuchar lo que le digamos. Cuando demostramos interés sincero, somos una fuente de mucho consuelo.
¿Por qué no debemos ser críticos?
No seamos críticos. Si a una persona deprimida le parece que la criticamos, sentirá aún más dolor. Y, aunque nuestros esfuerzos sean sinceros, será más difícil que la fortalezcamos. La Biblia dice: “Existe el que habla irreflexivamente como con las estocadas de una espada, pero la lengua de los sabios es una curación” (Prov. 12:18). Por supuesto, nuestra intención no es herir a nadie con nuestras palabras, pero lo cierto es que lo haremos si hablamos sin pensar. Para fortalecer a otros con amor, hagamos lo posible por ponernos en su situación (Mat. 7:12).
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