Examinando las Escrituras diariamente 2020
Miércoles 5 de agosto del 2020
Nunca se ha levantado en Israel un profeta como Moisés, a quien Jehová conoció cara a cara (Deut. 34:10).
No hay duda de que Moisés buscaba la guía de Jehová. De hecho, “continuó constante como si viera a Aquel que es invisible” (Heb. 11:24-27). Menos de dos meses después de que los israelitas salieran de Egipto e incluso antes de que llegaran al monte Sinaí, se presentó un grave problema. El pueblo empezó a protestar porque no había agua y a quejarse contra Moisés. La situación se puso tan tensa que Moisés le rogó a Jehová: “¿Qué haré con este pueblo? ¡Un poco más y me apedrearán!” (Éx. 17:4). En respuesta, Jehová le dio esta clara instrucción: tenía que golpear con su vara una roca de Horeb, y entonces saldría una gran cantidad de agua. El relato sigue diciendo: “Moisés lo hizo así a los ojos de los ancianos de Israel”. Los israelitas bebieron toda el agua que quisieron y el problema se solucionó (Éx. 17:5, 6). w18.07 13 párrs. 4, 5.
¿Qué le pareció a Jehová lo que pasó en Meribá?
La Biblia dice que Moisés llamó a aquel lugar Masah, que significa “Prueba”, y Meribá, que significa “Riña”. ¿Por qué fueron apropiados estos nombres? “A causa del reñir de los hijos de Israel y a causa de que pusieron a prueba a Jehová, diciendo: ‘¿Está Jehová en medio de nosotros, o no?’” (Éx. 17:7).
Consideró que los israelitas se habían rebelado contra él y su autoridad, no simplemente contra Moisés (lea Salmo 95:8, 9). Está claro que los israelitas actuaron mal. En cambio, Moisés hizo lo correcto: acudió a Jehová e hizo justo lo que le mandó.
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