Examinando las Escrituras diariamente 2020
Miércoles 29 de julio del 2020
Ustedes proceden de su padre el Diablo, un mentiroso y el padre de la mentira (Juan 8:44).
Pastores, curas, rabinos, maestros espirituales… Se llamen como se llamen, el mundo está hoy lleno de líderes religiosos. Al igual que los fariseos, “suprimen la verdad” de la Palabra de Dios y han cambiado “la verdad de Dios por la mentira” (Rom. 1:18, 25). Enseñan falsedades, como “una vez salvo, siempre salvo”, la inmortalidad del alma, la reencarnación y la absurda idea de que Dios acepta la vida homosexual y el matrimonio entre personas del mismo sexo. Los políticos han utilizado la mentira para engañar a la gente. Una de las mayores mentiras que pronto dirán es que han logrado “paz y seguridad”. Pero “entonces destrucción repentina ha de sobrevenirles instantáneamente”. No permitamos que nos engañen con sus intentos de esconder el desastroso estado de este mundo. Nosotros sabemos muy bien “que el día de Jehová viene exactamente como ladrón en la noche” (1 Tes. 5:1-4). w18.10 7, 8 párrs. 6-8.
¿Por qué mienten las personas, y cuáles son las consecuencias?
En el mundo de hoy, decir mentiras se ha convertido en algo habitual. Y no solo entre los poderosos. En un artículo titulado “Por qué mentimos”, una prestigiosa revista indica: “La mentira ha llegado a ser reconocida como un rasgo humano profundamente arraigado”. Por lo general, la gente recurre a mentir, o bien para protegerse y encubrir sus errores y malas acciones, o bien para conseguir mejores puestos y obtener ventajas económicas y personales. El artículo señala que la gente dice mentiras “con facilidad, mentiras grandes y pequeñas, a extraños, compañeros de trabajo, amigos y seres queridos”.
¿Qué debemos recordar sobre Jehová?
¿Cuáles son las consecuencias de que se mienta tanto? Se pierde la confianza y se rompen las relaciones. Por ejemplo, imaginemos cómo se siente un hombre cuando su esposa le es infiel y miente para ocultárselo. Y qué terrible es cuando un hombre finge ser un buen esposo y padre, pero en su hogar maltrata a su esposa y a sus hijos. Sin embargo, recordemos que estas personas no le pueden ocultar nada a Jehová, pues “todas las cosas están desnudas y abiertamente expuestas” ante él (Heb. 4:13).
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